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viernes, 23 de diciembre de 2011

Grietas, mastitis y abscesos


Toda la parte de lactancia materna me parece muy interesante, por tanto, dedicaré varias entradas a hablar de ella, por supuesto según mi propia experiencia. En esta entrada hablaré de los aspectos más negativos de la misma, esperando que puedan servir a todas aquellas mamás que en estos momentos estén pasando por lo mismo que pasé yo.
Cuando una mujer decide amamantar a su hijo, puede encontrarse con uno de estos tres problemas (y algunos más) o los tres juntos, como fue mi caso.
Como casi todas las futuras madres, asistí a mis clases de preparación al parto donde un día, en realidad una hora, una matrona nos explicaba los aspectos más importantes de la lactancia materna. Ella tenía tres hijos y había dado el pecho a los tres, además hasta que habían sido mayorcitos. Yo la escuchaba hablar y todo parecía sencillísimo. El bebé podía mamar en cualquier posición, tenía que tener la boca bien abierta y había que darle pecho a demanda. Todo perfecto, la verdad es que, como digo, parecía muy fácil.
Mi madre me regaló un par de meses antes de nacer mi hija el libro “Un regalo para toda la vida” del (para mi, genial) pediatra Carlos González. Y fue leyendo este libro, que en realidad es más que un libro, es una guía de lactancia, me di cuenta poco a poco que no era algo tan trivial como poner el niño al pecho y ya está. La lactancia materna es todo un mundo, que puede hacerse muy complicado si tienes problemas. Además, hay mucha falta de información, no sólo nosotras, las madres, también (esta es por supuesto mi opinión basada en mis experiencias) a nivel sanitario, desgraciadamente.
Cuando nació mi hija, yo tenía pensado ponerla al pecho cuanto antes, pues había leído que es lo que se debe hacer, hay que favorecer este acercamiento entre madre e hijo lo antes posible. Cuanto más tiempo tarde el bebé en coger el pecho peor puede resultar. No pude hacerlo. Se llevaron a mi hija con su padre a la habitación mientras a mi me cosían la episiotomía y no pude ponerla al pecho hasta tres horas después de nacer. Mi hija lloraba y lloraba en su cunita y no podía darle de comer, que era lo que ella más necesitaba. No sé si por el hecho de comer o porque en realidad el pecho es para ellos mucho más que eso: es consuelo, calor, seguridad.
Lógicamente no tenía ni idea de cómo cogerla ni cómo colocarla, así que pedí ayuda a las enfermeras. Lo primero que me dijeron es que tenía muy poco pezón, así que tenía que intentar sacarlo lo máximo posible para facilitarle a mi hija el agarre. Lo segundo que me dijeron es que tenía que darle 15 minutos de cada pecho. Esto ahora me suena extraño, porque la lactancia debe ser a demanda. Un bebé con cuatro horas de vida probablemente con 15 minutos no tenga ni para empezar, la mayoría se quedan dormidos en brazos de su madre. Pero yo fui muy obediente y así lo hice. Al principio bastante bien, porque ella se enganchaba a las mil maravillas y parecía que no teníamos problemas, aunque yo notaba que me resultaba mucho más sencillo (y a ella también) mamar del pecho izquierdo que del derecho. La primera noche la pasamos muy tranquilas. Yo seguía dándole 15 minutos de cada pecho pues en ningún momento me dijeron lo contrario. La segunda noche, después de que estuviera llorando durante dos horas, vino la enfermera y nos dijo que lo que tenía era hambre. No volví a darle el pecho 15 minutos, esa noche estuvo casi toda la noche en el pecho, pero no me importaba. Cuando se soltaba de uno, la dejaba en la cuna y cuando se despertaba, normalmente al cabo de media hora, la ponía en el otro, alternándolos. A la mañana siguiente, me di cuenta que tenía una herida en el pezón del pecho izquierdo. No me dolía especialmente, pero tenía muy mal aspecto, parecía que iba a caerse un cacho, realmente no tenía buen aspecto.
Yo utilizaba la crema Purelán 100 de Mustela. Esta crema se aplica sobre el pezón directamente, el bebé puede tomarla sin problemas, y ayuda a la cicatrización. Así que cada vez que le daba el pecho, me echaba un poco. Pero ni con esas, la herida del pezón no mejoraba y empezaba a doler cuando se enganchaba.
Inconscientemente, empecé a darle más del pecho derecho que del pecho izquierdo, porque me dolía horrores cuando se enganchaba. Sabía que algo malo estaba haciendo porque, si algo me había quedado claro tras leer libros de lactancia y consultar en internet, es que dar el pecho no debe doler.
Once días después de dar a luz, empecé a tener muchísima fiebre. No sabía qué me pasaba, porque yo no me notaba enferma. La noche la había pasado regular, porque me dolía el pecho, pero durante el día parecía que había mejorado un poco. Sin embargo, la fiebre no bajaba. Tengo que decir que nunca tengo fiebre alta, sólo unas décimas, sin llegar nunca a 37.5. Ese día tenía 38.5.
Fuimos al centro de salud donde me examinaron la episiotomía (por si tuviera alguna infección) y revisaron el pecho. Al mirar el pecho derecho, vieron que había empezado con mastitis. La mastitis tiene tres síntomas físicos claros: dolor, rubor y calor. Hay una zona en el pecho enrojecida, caliente al tacto y que genera dolor a la persona que lo padece. Además de esto, puede aparecer fiebre. En mi caso, esta fiebre venía provocada no tanto por la mastitis (la he tenido en más ocasiones sin fiebre) si no por las grietas del pezón, que ya tenían un aspecto horrible, infectado y de un color amarillento. Me mandaron antibióticos compatibles con la lactancia (es increíble la cantidad de medicamentos que son compatibles, realmente es difícil que te manden algo con lo que tengas que interrumpir la lactancia) y me dijeron que si la fiebre no remitía en 48 horas volviera.
La fiebre no remitió y el dolor en el pecho izquierdo empeoraba. Pasadas 48 horas volví al médico. El pecho derecho estaba bien, había desaparecido la mastitis, pero ahora estaba en el pecho izquierdo, en prácticamente todo el pecho (zona inferior, superior y exterior del mismo). Esto, añadido al aspecto que tenía el pezón, hicieron que mi médico me aconsejara seguir con el antibiótico una semana más y luego volver. Durante esa semana la fiebre desapareció, pero no el dolor. No puedo describirlo, era horrible. Cada vez que mi hija tenía que comer de ese pecho veía las estrellas. El momento del agarre, junto con un minuto o un par de minutos después, no podía hablar, tenía los dedos de los pies contraídos y las manos totalmente tensas, agarrando lo primero que pillaba fuertemente para intentar no moverme, no asustarla. A la semana, volvieron a mirarme el pecho, la mastitis había disminuido un poco y ya se centraba más en el cuadrante exterior del pecho, donde seguía con mucho dolor, muy caliente y muy enrojecida. Me cambiaron los antibióticos para ver si conseguían ayudarme y me recomendaron que vaciara muy bien ese pecho, para evitar problemas, que utilizara un sacaleches si fuera necesario y que pusiera siempre primero a mi hija en ese pecho, para que lo vaciara lo máximo posible. Lo probé todo, el sacaleches he llegado a aborrecerlo hasta límites que no puedo describir. Una noche estuve cuatro horas con el sacaleches en ese pecho y sólo conseguí sacar un dedo de leche. Se me deformó el pecho totalmente, estaba duro como una piedra, el pezón estaba… no puedo explicarlo, deformado, sangrante, creía que no volvería a tener el pecho normal en la vida. Probé pezoneras para intentar aliviar el dolor. En esos días, debido al dolor y a todos los cambios hormonales que experimentamos, me desesperé y algunas de las tomas mi hija las hizo con biberón. Incluso llegué a acudir al médico para decirles que me dieran una pastilla que me quitara la leche. Agradezco enormemente que no lo hicieran, es más, me dijeron que eso no solucionaría el problema, pues el pecho tenía que vaciarse y nadie mejor que el bebé para hacerlo.
La fiebre no bajaba, llegué a tener en el peor de los días casi 40 de fiebre, no podía levantarme de la cama, ni coger a mi hija en brazos, fueron unos días delicados. Como veían que los antibióticos no hacían nada, que el pecho seguía con mastitis y, además, con un bulto en la zona exterior que me dolía muchísimo, decidieron enviarme con carácter urgente al ginecólogo a que evaluara la situación. Éste, tras examinar concienzudamente el pecho, me comentó que tenía toda la pinta de ser un absceso, pero que convenía que lo miraran en el hospital de Fuenlabrada para ver si podían drenarlo. Volvieron a cambiarme los antibióticos, esta vez por unos más fuertes que sí tenían algo más de riesgo para la lactancia y el lactante. Aun así me dijeron que continuara dando el pecho.
En el hospital me dijeron que no podían drenar el absceso porque estaba muy duro, volvieron a cambiarme los antibióticos para ver si conseguían volverlo más blandito para quitarlo. A la semana siguiente tuve que volver en dos ocasiones más hasta que por fin encontré una ginecóloga que me pidió una ecografía de mama urgente para asegurarse de que era realmente un absceso. La eco lo confirmó, pero estaba tan profundo que no podían drenarlo en consulta. Tenía que pasar por quirófano, me operarían con anestesia general. Todo fue muy rápido, me dijeron que me fuera preparando, que diera el pecho a mi hija (a ser posible el que iban a intervenir) y que me llevaban a quirófano. En media hora estaba ya lista para operar.
Cuando desperté de la operación tenía unas pequeñas molestias en el pecho, en la zona de los puntos, pero he de decir que me sentía como nueva. ¡¡No había dolor!! Podía agacharme, toser, tumbarme de lado sin que me doliera, era increíble. Fue como empezar de nuevo. Poco a poco, y con ayuda de una matrona a la que acudí en dos ocasiones, mejoramos la postura a la hora de amamantar y las grietas fueron desapareciendo. La mastitis volvió de nuevo pasados diez días de la operación, pero esta vez los antibióticos pudieron con ella y en cuatro o cinco días había desaparecido. La he tenido en una ocasión más hace ya casi un año, esa vez sin fiebre.
Hoy, 21 meses después del nacimiento de mi hija, puedo decir que sigo con lactancia materna, sin dolores, sin grietas, disfrutando plenamente de ella y esperando continuar con mi hijo de la misma manera.

Biopsia corial

Esta es una de esas pruebas de las que no había oído hablar en mi vida. Al contrario que la amniocentesis, que sí la había escuchado en más ocasiones, cuando escuché el nombre de esta prueba era como si me estuvieran hablando en chino. En realidad, todo lo que vino después de la ecografía de las 12 semanas a mi me sonaba a chino: ¿translucencia nucal?, ¿biopsia corial? ¿trisomía 21? Como mi anterior embarazo fue absolutamente normal, era todo totalmente nuevo y nos pilló desprevenidos. Cuando una va a la ecografía de las 12 semanas no piensa que le van a decir que puede haber algo mal en el embarazo. Pero vayamos a la prueba.
Esta prueba es, al igual que la amniocentesis, una prueba invasiva que se realiza entre la semana 11 y 14 de embarazo. Esta es una de las diferencias que hay con la amniocentesis, que sólo puede realizarse a partir de la semana 15 de gestación. La segunda diferencia es la ubicación de donde toman la muestra para el estudio: en la biopsia corial esta muestra se toma de la placenta mientras que en la amniocentesis se toma del líquido amniótico. Por lo demás (y por lo que he leído y me han contado quienes han pasado por la amniocentesis) el procedimiento  para obtener la muestra es el mismo en ambas pruebas y el tiempo de obtención del resultado también. Lo que sí es cierto, es que parece que con la biopsia corial hay algo más de riesgo de aborto que con la amniocentesis pues, todo esto según me dijeron en el ginecólogo, es una prueba algo más “novedosa”, lleva menos tiempo practicándose, pero aun así el porcentaje no es muy elevado y hay muchos ginecólogos que llevan mucho tiempo haciendo esta prueba. En el consentimiento que tienes que firmar antes de someterte a la prueba, te informan de los riesgos que ésta conlleva, como son:
a) Punción fetal.
b) Punción del cordón umbilical.
c) Rotura de la bolsa de aguas.
d) Inducción de aborto (2%).
e) Parto prematuro.
f) Traumatismo fetal.
g) Infección amniótica.
h) Pérdida fetal.
i) Hematoma retro o intracoriales.
j) Sangrado vaginal (40-50%).
k) Formación de bridas amnióticas.
Bien, esta prueba, si el embarazo lo estáis llevando por la seguridad social, es gratuita, claro. Pero si lo lleváis por privado, puede que vuestra aseguradora o vuestro tipo de seguro no la cubran. Este fue mi caso. La biopsia la realicé en el hospital Montepríncipe de Boadilla, en Madrid, con el doctor Jiménez, porque mi ginecóloga me comentó que había muy buenos ecógrafos allí y que los ginecólogos que hacían esta prueba llevaban muchos años practicándola. Así que fui directa a ellos, la verdad es que no miré en más centros. Allí la prueba costó aproximadamente 500 euros. Este importe cubre el estudio del cariotipo completo, lo que significa que tardará un mínimo de tres semanas en estar disponible. Digo mínimo porque en mi caso ha sido el doble, han tardado seis semanas en darme los resultados completos. Esto dependerá de lo rápido o lento que crezca la muestra de ADN, y frente a eso nadie puede hacer nada. Si queréis un resultado preliminar, en el que os informarán de las principales anomalías cromosómicas (esto es, trisomía 21, trisomía 13 y trisomía 18), tendréis que pagar 175 euros adicionales. Estos resultados suelen estar en las siguientes 48 horas laborables.
La duración de la prueba en sí es de unos 5-10 minutos, que parecen mucho más, claro. El ginecólogo empieza haciendo una ecografía para determinar la localización de la placenta y ver si la prueba debe hacerse por vía abdominal o vaginal. Esta parte es muy importante, porque tienen que localizar exactamente el punto donde realizar la punción. Creo que es en lo que más tardó el ginecólogo pues se aseguró muchísimo de dónde tenía que sacar la muestra. Una vez encontrado el punto exacto, limpian bien la zona y proceden a aplicar la anestesia. Esto es un pinchacito que se nota, pero como se puede notar cuando te hacen una analítica. Imagino que también dependerá de cada mujer.
Después, tal y como me dijo el ginecólogo, lo más importante es no moverse e intentar respirar despacio. Cuanto menos movimiento haya muchísimo mejor. Me dijo que pusiera la mano en su antebrazo y que si me dolía le apretara, pero que ante todo no me moviera. Me comentó que notaría un pinchazo y luego una presión y que, una vez que hubiera llegado a la zona de extracción ya no notaría nada. Fue exactamente así, sólo que el pinchazo más fuerte lo noté internamente, imagino que cuando atravesaran el útero. Ese fue el momento más molesto. Después, cuando realiza la extracción, sí se nota, se nota algo muy extraño, podría decir que parecido a cuando te sacan sangre con una jeringa de las antiguas, de las que van echando el émbolo hacia atrás hasta llenar la jeringa.
Una vez terminada la extracción, te dan un algodón para que te presiones un poco la zona donde han pinchado y tienes que estar tumbada un ratito, otros cinco minutillos más o menos, mientras ellos analizan si tienen suficiente cantidad.
Después de esto, cuando ya puedes levantarte e irte, te advierten que es muy importante que hagas reposo absoluto 48 horas y luego poco a poco vayas volviendo a tu rutina. Pero las siguientes 48 horas sólo puedes incorporarte un poco para comer.
Lo peor de esas horas, hasta tener los resultados preliminares, es la espera y el tener tiempo libre para pensar y dar vueltas a la cabeza. Sin duda, esto es lo que hace que esas horas pasen tan despacio.
En los resultados preliminares te informan de las trisomías que comentaba anteriormente, en mi caso, descartándose las tres. Además te dicen el sexo del bebé, en mi caso XY, un niño. Estos resultados tienen una fiabilidad del 99.99%, igual que con la amniocentesis.
¿Qué ocurre cuando tienes una TN aumentada y no hay problemas cromosómicos? En este caso, hay que revisar con mayor atención el corazón, porque puede tener alguna cardiopatía. Por ello, con los resultados preliminares, fui a la consulta del doctor Jimenez en Montepríncipe Torrelodones (esta consulta sí la cubría el seguro) y allí me hizo una ecografía precoz del corazón. Estaba de 15 semanas y ya pudo ver que el corazón parecía totalmente normal. Lógicamente, cuanto más grande es el corazón mejor se ve, así que me comentó que, aunque todo parecía normal, era aconsejable realizar una ecocardiografía fetal en la semana 16 y esperar a la ecografía de la semana 20, donde se hace un estudio morfológico muy completo del bebé.
Me hicieron la ecocardiografía y vieron que todo estaba perfectamente, su corazón era normal. La ginecóloga que la realizó nos explicó que era posible que durante el embarazo surgiera alguna cardiopatía menor que sin ningún problema se corregía en el momento del nacimiento. Si hubiera habido alguna cardiopatía grave, se habría visto ese día.
Por tanto, sólo quería decir que el hecho de tener una TN aumentada no significa problemas. Cuando me lo dijeron, me dediqué a mirar en internet y encontré a muchas mujeres a las que les había pasado lo mismo y cuyos resultados, al igual que los míos, fueron positivos. Así que hay que intentar estar tranquilas y pensar que todo va a ir bien. ¡¡Animo!!

jueves, 22 de diciembre de 2011

Las pruebas en el primer trimestre de embarazo


Como comenté en una de las entradas, prefiero hablaros de las pruebas que me están realizando en este segundo embarazo, porque el primero fue todo muy bien y las pruebas fueron las justas. En este embarazo, como ya iréis viendo, me hacen alguna más y creo que puede resultaros más interesante. Por supuesto, en un embarazo normal, sin ningún tipo de complicación, os harán también casi todas las pruebas que aquí comento.
Bien, lo primero de todo es saber si estamos o no embarazadas. Esto se puede hacer tranquilamente con una prueba de embarazo de las muchas que hay en el mercado. En mi primer embarazo utilicé la marca Predictor y en el segundo ClearBlue. Este último es digital y te dice además el número de semanas de gestación que llevas. Me resultó muy curioso. Esta prueba conviene realizarla cuando ya tenemos algún día de falta, hacerlo antes puede llevarnos a obtener un falso negativo, porque los niveles de la hormona GCH son todavía bajos. Esta hormona se produce durante el embarazo y su nivel de concentración aumenta según vayan pasando los días de retraso. Llega a alcanzar un punto máximo de concentración y luego, si no me equivoco, comienza a disminuir. Sin embargo, hay pruebas de embarazo muy sensibles a esta hormona y pueden detectarlo días antes de la primera falta. Puedo decir que ClearBlue es una de ellas, yo me la hice dos días antes de la falta y ya la detectó. Eso sí, os aconsejo que lo hagáis por la mañana, con la primera orina a ser posible, pues la concentración es mayor en este momento.
Lo siguiente que hay que hacer es pedir cita con el ginecólogo. Normalmente suele ser bueno esperar un poco (aunque sé que en esos momentos lo que más nos apetece es ir corriendo a ver cómo va todo), al menos hasta la séptima semana, porque antes puede no verse ni escucharse nada y nos iríamos a casa preocupadas. En mi primer embarazo fui con siete semanas y se escuchaba perfectamente el corazón. En el segundo, se me fue un poco, y ya estaba de nueve, así que aun se le veía mejor. En esta visita hacen una ecografía vaginal para confirmar que, efectivamente, hay embarazo y que el embrión está bien posicionado y vivo. Aquí también pueden ver si hay uno o más de uno. Después de esta visita, nos dirán que pidamos cita para la ecografía de las 12 semanas, la analítica del triple screening y para una analítica normal, de sangre y orina generalmente. En esta analítica nos dirán, entre otras cosas, el grupo sanguíneo y si hemos pasado o no la toxoplasmosis. De no haberla pasado, tendremos que tener cuidado y no comer embutido ni carne cruda, lavar muy bien fruta y verdura, etc. Si tenéis gato, no hay problema, lo único es que no conviene que vosotras limpiéis la tierra y, si tenéis que hacerlo, podéis utilizar guantes. Lo digo por experiencia, mis padres tienen una gata y siempre que voy a casa la cojo, la acaricio y juego con ella.
Las pruebas más importantes en el primer trimestre son, sin duda, la ecografía de las 12 semanas y el triple screening (o eba screening). Si estáis siguiendo el embarazo a través de una clínica privada, en función de la aseguradora con la que estéis, es probable que tengáis que autorizar la analítica (en mi primer embarazo estaba con Adeslas y tuve que hacerlo, pero en este estoy con Aresa y no ha sido necesario).
El triple screening es una analítica que mide la concentración de tres sustancias concretas y sirve para detectar si el bebé puede tener algún problema (alguna anomalía congénita y genética). No hace falta ir en ayunas y la forma de proceder es igual que con una analítica normal. Un pinchazo y para casa. Los resultados están en una semana y se muestran en porcentajes.
Si queréis más información de esta prueba podéis encontrarla aquí: http://www.babycenter.es/pregnancy/pruebas_prenatales/analisis_triple_marcador/#5
En la ecografía de las 12 semanas se miran determinados marcadores ya establecidos para comprobar si todo es correcto. Estos marcadores son, por ejemplo, la translucencia nucal, el tabique nasal, el ductus venoso, etc. Uno de los marcadores más importantes es la translucencia nucal. Consiste en la medición de un espacio que se encuentra en la zona posterior de la nuca del feto. Un valor normal estaría por debajo de 2 mm. Un valor aumentado puede indicar alguna anomalía cromosómica o bien alguna cardiopatía. Normalmente está asociado al Síndrome de Down. Sin embargo, tener un valor de TN (translucencia nucal) elevado no significa necesariamente que el bebé vaya a tener algún problema. Estos valores no dejan de ser estadísticos y lo que hacen es avisarnos de que debemos observar algo más. Por ejemplo, para una translucencia nucal aumentada entre 3 y 4.4 mm hay un 70% de probabilidades de que el bebé no tenga ningún problema durante el embarazo y nazca sano. Os quiero comentar esto porque en mi caso la TN fue de 4.5, bastante elevada, así que nos lo pusieron todo bastante negro. La ginecóloga que hizo la ecografía nos dijo que había un 70% de probabilidades de que el bebé tuviera algún tipo de problema cromosómico (no sé si es que se confundió o qué, pero ya veis la diferencia entre lo que nos dijo y lo que me comentó la ginecóloga que ayer me hizo la eco de las 20 semanas) y que sentía tener que darnos tan malas noticias.
Con un valor tan aumentado, tal y como me dijeron después en consulta, podía hacerme la triple screening pero los resultados iban a salir alterados de todas formas. Cuando ya tienes un valor así, muchas veces el ginecólogo puede decirnos que carece de sentido hacerse la analítica. Por cierto, los resultados de la mía fue que tenía una posibilidad entre 50 de que el bebé tuviera Síndrome de Down.
Me recomendaron hacerme la anmiocentesis o la biopsia corial para descartar problemas cromosómicos. Si no había nada malo a ese nivel, le controlarían más el corazón, por si tuviera alguna cardiopatía. De la biopsia corial hablaré en otra entrada, me parece que merece un comentario sólo para ella.

Los productos del embarazo

Cuando nos quedamos embarazadas, muchas pensamos si podemos seguir aplicándonos los mismos productos que utilizábamos hasta saber que estábamos en estado. Pues bien, si vosotras sois de las que usáis cremas anticelulíticas, lamentablemente tenéis que dejar de hacerlo estos meses. Yo no las utilizaba, pero recuerdo que en el primer embarazo pensé que, si iba a engordar entre 9 y 11 kilos (era la media, según internet, pero al final sólo engordé 5) seguramente me saldría más celulitis y estaría bien combatirla. Pero no, no se puede. Tienen algunos componentes que están contraindicados durante el embarazo.
Sin embargo, sí existen algunas cremas que podemos utilizar para prevenir y/o evitar las temidas estrías o bien para preparar el pezón para la lactancia. En mi caso, probé ambos productos de la casa Carreras, os detallo un poco cada uno:
1.       Trofolastin Elasticity Antiestrías eCarreras.

Sin duda, bajo mi punto de vista, el mejor producto para el embarazo. Tiene un envase de 250 ml y su precio varía en función del sitio donde lo compréis pero creo que cuesta entre 21-26 euros. Realmente cunde mucho, por ejemplo, yo lo compré a principios del mes pasado, lo utilizo cada día dos veces (mañana y noche) y aún me queda la mitad aproximadamente. Es cierto que los primeros meses de embarazo se aplica menos cantidad y, a medida que la barriga va en aumento, aumenta también la cantidad. Para que os hagáis una idea, al final de mi primer embarazo venía utilizando un bote mensual. El último mes tuve que comprarme dos, pero del segundo utilicé menos de la mitad. El resto se lo di a una amiga que se quedó embarazada cuando yo di a luz.
Con esta crema no me salió ni una sola estría, es cierto que yo no tuve mucha barriga y en este embarazo voy por el mismo camino, pero la chica que me la recomendó sí llegó a tener una buena barriga y tampoco tiene estrías. Yo la aplicaba por la barriga, el pecho (sin tocar areola ni pezón, claro) y por lo que yo llamo “riñonada”, es decir, un poco por la parte de baja de la espalda, porque noté (igual que en este embarazo) que la grasa se estaba acumulando también en esa zona.
Tiene que aplicarse dos veces al día, yo lo hacía cuando me levantaba y antes de acostarme y aconsejo que empiece a utilizarse cuanto antes mejor. En mi caso, empecé a las 12 semanas aproximadamente en ambos embarazos.  No mancha, se absorbe rápidamente y no huele.
2.       Trofolastín Cuidado del pezón eCarreras.

Este fue otro de los productos que utilicé durante el embarazo, pero, a diferencia del anterior, puedo asegurar que a mi no me hizo ningún efecto.
Este producto, en principio, sirve para prevenir la aparición de las grietas durante la lactancia. Se supone que prepara el pezón para la succión, no sé si aumentando la elasticidad o qué hace exactamente. También tiene que aplicarse dos veces al día, yo lo echaba junto con la crema antiestrías.
El mismo día que nació mi hija me salieron grietas en el pezón, algo que no desapareció hasta dos meses después, pero esto lo comentaré más en detalle en otra entrada, porque los primeros días/semanas/meses (en algunos casos) de lactancia pueden llegar a ser muy difíciles.
Este tarro es más pequeño, creo que 50 ml, pero cunde mucho también, tienes que echar muy poca cantidad y aplicarla en el pezón con un masaje hasta que se absorbe por completo. En este embarazo no la estoy utilizando porque sigo dando el pecho a mi hija mayor, pero, aunque no lo estuviera haciendo, no volvería a comprarla por lo que he comentado anteriormente. Creo recordar que sólo compré un bote en todo el embarazo y me sobró.

Estos son los dos productos de los que quería hablar, espero que os sirva y que os ayude a decidir en un momento dado.

martes, 20 de diciembre de 2011

El nacimiento de nuestra pequeña

¿Qué mejor manera de empezar que por el principio? Como ahora estoy embarazada de nuevo, prefiero contar cada prueba de este segundo embarazo y no del primero, que fue completamente normal. Este está siendo algo más “movidito” y seguramente pueda aportar información más interesante. De ahí que vaya directamente al día en el que nuestra hija nació.
Esa noche ya fue un poco rara, pues me desperté varias veces durante la noche con molestias. No quise pensar que se debiera a que iba a ponerme de parto porque prácticamente desde el principio del embarazo, tuve dolores en la zona lumbar, así que era algo relativamente normal. Lo que no lo era tanto fue el hecho de despertarme varias veces, cada dos o dos horas y media aproximadamente. Esa mañana me desperté temprano, sobre las siete y media, porque ya no aguantaba más en la cama.
Alrededor de las nueve y media empecé a expulsar el tapón mucoso. Digo empecé porque estuve como dos horas expulsándolo. Supe que era el tapón porque tenía un aspecto muy viscoso, de un color como clara de huevo y muy abundante, al menos en mi caso. Esto tampoco me preocupó demasiado, el día anterior había estado en el ginecólogo y me comentó que el hecho de expulsar el tapón no era indicativo de parto. Es más, tenía una amiga que perdió el tapón mucoso una semana antes de dar a luz, así que me lo tomé con mucha calma. No tenía molestias, es más, curiosamente me encontraba mucho mejor después de haber expulsado el tapón mucoso que antes, así que tranquilamente me duché, me vestí y fui al centro de salud a por la baja médica. Después estuve con mis padres comprando.
Cuando ya volvíamos a casa, sobre la una y media, al salir del coche y recorrer los pocos metros que nos separaban del portal, noté que empezaba a… ¿cómo decirlo?... “tener pérdidas”. No sé, tenía la sensación de que me estaba haciendo pis encima, no podía controlarlo, pero era muy poco. Así que le dije a mis madre: “no sé si acabo de romper aguas o es que me he hecho pis encima”. Subimos a casa, me cambié y, ante la duda, decidimos ir al hospital. Total, para volver a casa siempre teníamos tiempo.
Quiero decir que nosotros decidimos dar a luz en un hospital privado en Madrid, aun siendo nosotros del sur. El hospital es La Milagrosa. Nos decidimos por este hospital básicamente porque el ginecólogo que me estaba llevando el embarazo atendía los partos allí y para mi era muy importante que la persona que me seguía mes a mes estuviera conmigo ese día. Por eso cambié mi ginecólogo original, porque no atendía partos. En fin, ahora me doy cuenta de que eso no tuvo mucho sentido en mi caso porque no consiguieron encontrar a mi ginecólogo y me atendió el que en ese momento estaba en el hospital (del que, por otro lado, no tengo ninguna queja, me atendió perfectamente).
Cuando llegamos al hospital serían más o menos las tres de la tarde, durante ese rato había tenido alguna molestia, pero poca cosa. Mientras esperaba para decir que necesitaba que me observara una matrona porque creía que había roto aguas, las rompí del todo. Era como si me hubieran tirado un vaso de agua, pero no de golpe, era una caída de agua constante, sin poder evitarlo. Ya sabía que cuando saliera del hospital, lo haría con mi niña.
Tardaron bastante en atendernos, ya no en la entrada, si no en la zona de maternidad. En este hospital al menos, subes a la zona de maternidad y no puedes entrar directamente, hay una puerta que permanece cerrada y tienes que llamar y esperar a que alguien salga y te atienda. Fue en este punto en el que estuvimos fácilmente más de diez minutos.
Cuando por fin nos atendieron, me pasaron a una sala de observación, donde una matrona me examinó y me confirmó que, efectivamente, había roto aguas y que ya me quedaba porque había comenzado el parto. Me pidieron que me quitara la ropa así como el reloj y los anillos y me pusiera ya el camisón o la ropa que fuera a llevar. He de decir que, al ser un hospital privado, tuve que llevar absolutamente todo, desde mi ropa (camisones, calcetines, braguitas post-parto) pasando por toda la ropita del bebé, pañales, etc. Lo que allí sí que nos dieron sin problema fueron las compresas tocológicas, el jabón para el baño del bebé (en mi caso todos los días venía una enfermera por la mañana y se la llevaba para que la bañaran), toallas y, si mal no recuerdo, los empapadores para cambiar al bebé. Lo demás, hay que llevarlo.
Cuando ya estaba cambiada, me pusieron un enema y, después de ir al baño, me pasaron a otra habitación. Esta habitación hacía las funciones de sala de dilatación y sala de parto. Serían aproximadamente las cuatro de la tarde.
Allí me monitorizaron y me pusieron una vía con suero, porque, claro, no me permitían beber ni comer nada. Al poco rato empezaron las contracciones, el monitor las iba señalando segundos antes de que llegaran, así que, cuando ya empezaron a ser bastante fuertes, mi marido me decía: “que viene una” y me daba la mano para que pudiera apretarle fuerte. Vinieron a verme en dos ocasiones, la primera no sé cuánto tiempo después para examinarme y decirme que, tal y como estaba ya, podía pedir la epidural cuando quisiera. Les comenté que me la pusieran en ese momento, que no quería esperar más. Tardaron aun lo que a mi me pareció una eternidad en ponerme la epidural. Cuando me pusieron la epidural, la verdad es que ni me enteré, no se nota nada, es un pequeño pinchazo y además te informan en todo momento de lo que van a hacer y de lo que vas a sentir. Lo malo, tuve una contracción justo cuando estaban poniéndomela, y no puedes moverte lo más mínimo, así que fueron unos momentos un poco más tensos.
En cuanto me pusieron la epidural, vinieron a decirme que me preparara, que iba a comenzar el parto propiamente dicho. Me preguntaron si seguía doliéndome y les comenté que sí, que a mi la epidural no me estaba haciendo nada, notaba vagamente más dormida la parte derecha, pero la izquierda seguía doliendo, así que directamente me pusieron algo en la vía, no sé qué fue, pero eso ya sí hizo efecto y el dolor desapareció.
En el trabajo de parto, lo que es ya el expulsivo, estaban presentes un pediatra, el ginecólogo y una matrona, eso mínimo. Mi marido estuvo conmigo en todo momento. El ginecólogo me examinó y comentó: “Vamos a tener que hacer epi, viene con una vuelta de cordón”. Cuando escuché eso pensé: “Madre mía, me van a hacer la episiotomía, que sea lo que dios quiera”. Después de practicarla, la matrona que estaba a mi lado viendo el monitor, me comentó que venía una contracción y que empujara. No debí hacerlo muy bien porque el ginecólogo me dijo que no quería que respirara así. A pesar de haber ido a todas las clases de preparación al parto, ¡¡no sabía cómo respirar ni cómo empujar!! En la siguiente contracción, uno de los médicos que estaban allí se puso encima de mi barriga y apretó. Mi niña salió con ese empujón, eran las ocho de la tarde. Había pasado sólo seis horas desde que había roto aguas y ya tenía a mi niña conmigo. El trabajo de parto duró diez minutos, no creo que durara más. Después, me dejaron ver a mi hija sólo unos instantes, tuve el tiempo suficiente de decirle “Hola cariño” y poco más, rápidamente se la llevaron con su padre a la habitación en la que íbamos a pasar unos días.
Tardaron una media hora en coser la episiotomía, no sé cuántos puntos me dieron, pero el ginecólogo me dijo que tardaría unos 13 días en volver todo a la normalidad en ese aspecto. Y fueron justo esos días, pero toda la parte del post-parto y lo que pasamos esos días lo contaré en otra entrada.
La anestesista que me puso la epidural nos comentó que yo estaba ya dilatada del todo cuando me pusieron la epidural, que ella creía que estaría de siete centímetros pero que ya los había pasado y que, si queríamos, podíamos poner una queja a la matrona que nos había atendido, porque no era normal lo que había pasado. Al parecer, por esto no me hizo el efecto que debe hacer y tuvieron que ponerme un refuerzo.
La verdad es que mi parto fue bastante rápido y sin ningún tipo de complicación, pero es cierto que ahora que echo la vista atrás y lo veo desde la distancia, hay ciertas cosas que no deberían haber sucedido. Toda la dilatación la pasé sin nadie que viniera a verme (salvo la vez que vino la matrona a decirme que ya podía pedir la epidural), si hubiera habido sufrimiento fetal, ¿quién se habría dado cuenta? Nadie vino a observar el monitor. La epidural me la pusieron muy tarde porque no nos estaban prestando la suficiente atención, pero en realidad eso es lo de menos, porque el dolor es algo que se supera y se olvida.
Esta es mi experiencia, por lo demás, no tengo quejas del hospital. En otra entrada comentaré también qué habría que tener en cuenta a la hora de decidir en qué hospital dar a luz, siempre bajo mi punto de vista, claro.
En cualquier caso, la experiencia que se vive en ese momento es tan maravillosa que los momentos malos quedan relegados.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Creación del blog

La verdad es que no sé muy bien cómo empezar. Esta idea ha surgido porque me encanta escribir y, ¿qué mejor que escribir sobre las experiencias que estoy viviendo en esta etapa tan increíble que es la maternidad?

Me llamo Virginia y tengo 30 años. Tengo una hija de casi 21 meses y estoy embarazada de 20 semanas, esta vez estoy esperando un niño, así que seguro que tendré muchas experiencias nuevas. La verdad es que ni en este embarazo ni en el anterior he coincidido con alguna amiga que también estuviera embarazada con la que poder compartir impresiones, así que desde aquí parece una buena forma de hacerlo.

Me gustaría escribir un poco de todo, los problemas que nos vamos encontrando con mi hija y los que ya hemos superado, así como las nuevas situaciones con este embarazo, las cosas que compramos en su día y no utilizamos o las que nos resultaron muy útiles, opiniones de hospitales o ginecólogos, en fin, un poco de todo, ¡¡¡hay tanto que contar!!!

A todo aquel que acceda a este blog, ¡bienvenido! De momento no hay mcuho más que esto, pero espero que disfrutes leyendo y que encuentres algún tema de interés que te haga volver.