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viernes, 23 de diciembre de 2011

Grietas, mastitis y abscesos


Toda la parte de lactancia materna me parece muy interesante, por tanto, dedicaré varias entradas a hablar de ella, por supuesto según mi propia experiencia. En esta entrada hablaré de los aspectos más negativos de la misma, esperando que puedan servir a todas aquellas mamás que en estos momentos estén pasando por lo mismo que pasé yo.
Cuando una mujer decide amamantar a su hijo, puede encontrarse con uno de estos tres problemas (y algunos más) o los tres juntos, como fue mi caso.
Como casi todas las futuras madres, asistí a mis clases de preparación al parto donde un día, en realidad una hora, una matrona nos explicaba los aspectos más importantes de la lactancia materna. Ella tenía tres hijos y había dado el pecho a los tres, además hasta que habían sido mayorcitos. Yo la escuchaba hablar y todo parecía sencillísimo. El bebé podía mamar en cualquier posición, tenía que tener la boca bien abierta y había que darle pecho a demanda. Todo perfecto, la verdad es que, como digo, parecía muy fácil.
Mi madre me regaló un par de meses antes de nacer mi hija el libro “Un regalo para toda la vida” del (para mi, genial) pediatra Carlos González. Y fue leyendo este libro, que en realidad es más que un libro, es una guía de lactancia, me di cuenta poco a poco que no era algo tan trivial como poner el niño al pecho y ya está. La lactancia materna es todo un mundo, que puede hacerse muy complicado si tienes problemas. Además, hay mucha falta de información, no sólo nosotras, las madres, también (esta es por supuesto mi opinión basada en mis experiencias) a nivel sanitario, desgraciadamente.
Cuando nació mi hija, yo tenía pensado ponerla al pecho cuanto antes, pues había leído que es lo que se debe hacer, hay que favorecer este acercamiento entre madre e hijo lo antes posible. Cuanto más tiempo tarde el bebé en coger el pecho peor puede resultar. No pude hacerlo. Se llevaron a mi hija con su padre a la habitación mientras a mi me cosían la episiotomía y no pude ponerla al pecho hasta tres horas después de nacer. Mi hija lloraba y lloraba en su cunita y no podía darle de comer, que era lo que ella más necesitaba. No sé si por el hecho de comer o porque en realidad el pecho es para ellos mucho más que eso: es consuelo, calor, seguridad.
Lógicamente no tenía ni idea de cómo cogerla ni cómo colocarla, así que pedí ayuda a las enfermeras. Lo primero que me dijeron es que tenía muy poco pezón, así que tenía que intentar sacarlo lo máximo posible para facilitarle a mi hija el agarre. Lo segundo que me dijeron es que tenía que darle 15 minutos de cada pecho. Esto ahora me suena extraño, porque la lactancia debe ser a demanda. Un bebé con cuatro horas de vida probablemente con 15 minutos no tenga ni para empezar, la mayoría se quedan dormidos en brazos de su madre. Pero yo fui muy obediente y así lo hice. Al principio bastante bien, porque ella se enganchaba a las mil maravillas y parecía que no teníamos problemas, aunque yo notaba que me resultaba mucho más sencillo (y a ella también) mamar del pecho izquierdo que del derecho. La primera noche la pasamos muy tranquilas. Yo seguía dándole 15 minutos de cada pecho pues en ningún momento me dijeron lo contrario. La segunda noche, después de que estuviera llorando durante dos horas, vino la enfermera y nos dijo que lo que tenía era hambre. No volví a darle el pecho 15 minutos, esa noche estuvo casi toda la noche en el pecho, pero no me importaba. Cuando se soltaba de uno, la dejaba en la cuna y cuando se despertaba, normalmente al cabo de media hora, la ponía en el otro, alternándolos. A la mañana siguiente, me di cuenta que tenía una herida en el pezón del pecho izquierdo. No me dolía especialmente, pero tenía muy mal aspecto, parecía que iba a caerse un cacho, realmente no tenía buen aspecto.
Yo utilizaba la crema Purelán 100 de Mustela. Esta crema se aplica sobre el pezón directamente, el bebé puede tomarla sin problemas, y ayuda a la cicatrización. Así que cada vez que le daba el pecho, me echaba un poco. Pero ni con esas, la herida del pezón no mejoraba y empezaba a doler cuando se enganchaba.
Inconscientemente, empecé a darle más del pecho derecho que del pecho izquierdo, porque me dolía horrores cuando se enganchaba. Sabía que algo malo estaba haciendo porque, si algo me había quedado claro tras leer libros de lactancia y consultar en internet, es que dar el pecho no debe doler.
Once días después de dar a luz, empecé a tener muchísima fiebre. No sabía qué me pasaba, porque yo no me notaba enferma. La noche la había pasado regular, porque me dolía el pecho, pero durante el día parecía que había mejorado un poco. Sin embargo, la fiebre no bajaba. Tengo que decir que nunca tengo fiebre alta, sólo unas décimas, sin llegar nunca a 37.5. Ese día tenía 38.5.
Fuimos al centro de salud donde me examinaron la episiotomía (por si tuviera alguna infección) y revisaron el pecho. Al mirar el pecho derecho, vieron que había empezado con mastitis. La mastitis tiene tres síntomas físicos claros: dolor, rubor y calor. Hay una zona en el pecho enrojecida, caliente al tacto y que genera dolor a la persona que lo padece. Además de esto, puede aparecer fiebre. En mi caso, esta fiebre venía provocada no tanto por la mastitis (la he tenido en más ocasiones sin fiebre) si no por las grietas del pezón, que ya tenían un aspecto horrible, infectado y de un color amarillento. Me mandaron antibióticos compatibles con la lactancia (es increíble la cantidad de medicamentos que son compatibles, realmente es difícil que te manden algo con lo que tengas que interrumpir la lactancia) y me dijeron que si la fiebre no remitía en 48 horas volviera.
La fiebre no remitió y el dolor en el pecho izquierdo empeoraba. Pasadas 48 horas volví al médico. El pecho derecho estaba bien, había desaparecido la mastitis, pero ahora estaba en el pecho izquierdo, en prácticamente todo el pecho (zona inferior, superior y exterior del mismo). Esto, añadido al aspecto que tenía el pezón, hicieron que mi médico me aconsejara seguir con el antibiótico una semana más y luego volver. Durante esa semana la fiebre desapareció, pero no el dolor. No puedo describirlo, era horrible. Cada vez que mi hija tenía que comer de ese pecho veía las estrellas. El momento del agarre, junto con un minuto o un par de minutos después, no podía hablar, tenía los dedos de los pies contraídos y las manos totalmente tensas, agarrando lo primero que pillaba fuertemente para intentar no moverme, no asustarla. A la semana, volvieron a mirarme el pecho, la mastitis había disminuido un poco y ya se centraba más en el cuadrante exterior del pecho, donde seguía con mucho dolor, muy caliente y muy enrojecida. Me cambiaron los antibióticos para ver si conseguían ayudarme y me recomendaron que vaciara muy bien ese pecho, para evitar problemas, que utilizara un sacaleches si fuera necesario y que pusiera siempre primero a mi hija en ese pecho, para que lo vaciara lo máximo posible. Lo probé todo, el sacaleches he llegado a aborrecerlo hasta límites que no puedo describir. Una noche estuve cuatro horas con el sacaleches en ese pecho y sólo conseguí sacar un dedo de leche. Se me deformó el pecho totalmente, estaba duro como una piedra, el pezón estaba… no puedo explicarlo, deformado, sangrante, creía que no volvería a tener el pecho normal en la vida. Probé pezoneras para intentar aliviar el dolor. En esos días, debido al dolor y a todos los cambios hormonales que experimentamos, me desesperé y algunas de las tomas mi hija las hizo con biberón. Incluso llegué a acudir al médico para decirles que me dieran una pastilla que me quitara la leche. Agradezco enormemente que no lo hicieran, es más, me dijeron que eso no solucionaría el problema, pues el pecho tenía que vaciarse y nadie mejor que el bebé para hacerlo.
La fiebre no bajaba, llegué a tener en el peor de los días casi 40 de fiebre, no podía levantarme de la cama, ni coger a mi hija en brazos, fueron unos días delicados. Como veían que los antibióticos no hacían nada, que el pecho seguía con mastitis y, además, con un bulto en la zona exterior que me dolía muchísimo, decidieron enviarme con carácter urgente al ginecólogo a que evaluara la situación. Éste, tras examinar concienzudamente el pecho, me comentó que tenía toda la pinta de ser un absceso, pero que convenía que lo miraran en el hospital de Fuenlabrada para ver si podían drenarlo. Volvieron a cambiarme los antibióticos, esta vez por unos más fuertes que sí tenían algo más de riesgo para la lactancia y el lactante. Aun así me dijeron que continuara dando el pecho.
En el hospital me dijeron que no podían drenar el absceso porque estaba muy duro, volvieron a cambiarme los antibióticos para ver si conseguían volverlo más blandito para quitarlo. A la semana siguiente tuve que volver en dos ocasiones más hasta que por fin encontré una ginecóloga que me pidió una ecografía de mama urgente para asegurarse de que era realmente un absceso. La eco lo confirmó, pero estaba tan profundo que no podían drenarlo en consulta. Tenía que pasar por quirófano, me operarían con anestesia general. Todo fue muy rápido, me dijeron que me fuera preparando, que diera el pecho a mi hija (a ser posible el que iban a intervenir) y que me llevaban a quirófano. En media hora estaba ya lista para operar.
Cuando desperté de la operación tenía unas pequeñas molestias en el pecho, en la zona de los puntos, pero he de decir que me sentía como nueva. ¡¡No había dolor!! Podía agacharme, toser, tumbarme de lado sin que me doliera, era increíble. Fue como empezar de nuevo. Poco a poco, y con ayuda de una matrona a la que acudí en dos ocasiones, mejoramos la postura a la hora de amamantar y las grietas fueron desapareciendo. La mastitis volvió de nuevo pasados diez días de la operación, pero esta vez los antibióticos pudieron con ella y en cuatro o cinco días había desaparecido. La he tenido en una ocasión más hace ya casi un año, esa vez sin fiebre.
Hoy, 21 meses después del nacimiento de mi hija, puedo decir que sigo con lactancia materna, sin dolores, sin grietas, disfrutando plenamente de ella y esperando continuar con mi hijo de la misma manera.

Biopsia corial

Esta es una de esas pruebas de las que no había oído hablar en mi vida. Al contrario que la amniocentesis, que sí la había escuchado en más ocasiones, cuando escuché el nombre de esta prueba era como si me estuvieran hablando en chino. En realidad, todo lo que vino después de la ecografía de las 12 semanas a mi me sonaba a chino: ¿translucencia nucal?, ¿biopsia corial? ¿trisomía 21? Como mi anterior embarazo fue absolutamente normal, era todo totalmente nuevo y nos pilló desprevenidos. Cuando una va a la ecografía de las 12 semanas no piensa que le van a decir que puede haber algo mal en el embarazo. Pero vayamos a la prueba.
Esta prueba es, al igual que la amniocentesis, una prueba invasiva que se realiza entre la semana 11 y 14 de embarazo. Esta es una de las diferencias que hay con la amniocentesis, que sólo puede realizarse a partir de la semana 15 de gestación. La segunda diferencia es la ubicación de donde toman la muestra para el estudio: en la biopsia corial esta muestra se toma de la placenta mientras que en la amniocentesis se toma del líquido amniótico. Por lo demás (y por lo que he leído y me han contado quienes han pasado por la amniocentesis) el procedimiento  para obtener la muestra es el mismo en ambas pruebas y el tiempo de obtención del resultado también. Lo que sí es cierto, es que parece que con la biopsia corial hay algo más de riesgo de aborto que con la amniocentesis pues, todo esto según me dijeron en el ginecólogo, es una prueba algo más “novedosa”, lleva menos tiempo practicándose, pero aun así el porcentaje no es muy elevado y hay muchos ginecólogos que llevan mucho tiempo haciendo esta prueba. En el consentimiento que tienes que firmar antes de someterte a la prueba, te informan de los riesgos que ésta conlleva, como son:
a) Punción fetal.
b) Punción del cordón umbilical.
c) Rotura de la bolsa de aguas.
d) Inducción de aborto (2%).
e) Parto prematuro.
f) Traumatismo fetal.
g) Infección amniótica.
h) Pérdida fetal.
i) Hematoma retro o intracoriales.
j) Sangrado vaginal (40-50%).
k) Formación de bridas amnióticas.
Bien, esta prueba, si el embarazo lo estáis llevando por la seguridad social, es gratuita, claro. Pero si lo lleváis por privado, puede que vuestra aseguradora o vuestro tipo de seguro no la cubran. Este fue mi caso. La biopsia la realicé en el hospital Montepríncipe de Boadilla, en Madrid, con el doctor Jiménez, porque mi ginecóloga me comentó que había muy buenos ecógrafos allí y que los ginecólogos que hacían esta prueba llevaban muchos años practicándola. Así que fui directa a ellos, la verdad es que no miré en más centros. Allí la prueba costó aproximadamente 500 euros. Este importe cubre el estudio del cariotipo completo, lo que significa que tardará un mínimo de tres semanas en estar disponible. Digo mínimo porque en mi caso ha sido el doble, han tardado seis semanas en darme los resultados completos. Esto dependerá de lo rápido o lento que crezca la muestra de ADN, y frente a eso nadie puede hacer nada. Si queréis un resultado preliminar, en el que os informarán de las principales anomalías cromosómicas (esto es, trisomía 21, trisomía 13 y trisomía 18), tendréis que pagar 175 euros adicionales. Estos resultados suelen estar en las siguientes 48 horas laborables.
La duración de la prueba en sí es de unos 5-10 minutos, que parecen mucho más, claro. El ginecólogo empieza haciendo una ecografía para determinar la localización de la placenta y ver si la prueba debe hacerse por vía abdominal o vaginal. Esta parte es muy importante, porque tienen que localizar exactamente el punto donde realizar la punción. Creo que es en lo que más tardó el ginecólogo pues se aseguró muchísimo de dónde tenía que sacar la muestra. Una vez encontrado el punto exacto, limpian bien la zona y proceden a aplicar la anestesia. Esto es un pinchacito que se nota, pero como se puede notar cuando te hacen una analítica. Imagino que también dependerá de cada mujer.
Después, tal y como me dijo el ginecólogo, lo más importante es no moverse e intentar respirar despacio. Cuanto menos movimiento haya muchísimo mejor. Me dijo que pusiera la mano en su antebrazo y que si me dolía le apretara, pero que ante todo no me moviera. Me comentó que notaría un pinchazo y luego una presión y que, una vez que hubiera llegado a la zona de extracción ya no notaría nada. Fue exactamente así, sólo que el pinchazo más fuerte lo noté internamente, imagino que cuando atravesaran el útero. Ese fue el momento más molesto. Después, cuando realiza la extracción, sí se nota, se nota algo muy extraño, podría decir que parecido a cuando te sacan sangre con una jeringa de las antiguas, de las que van echando el émbolo hacia atrás hasta llenar la jeringa.
Una vez terminada la extracción, te dan un algodón para que te presiones un poco la zona donde han pinchado y tienes que estar tumbada un ratito, otros cinco minutillos más o menos, mientras ellos analizan si tienen suficiente cantidad.
Después de esto, cuando ya puedes levantarte e irte, te advierten que es muy importante que hagas reposo absoluto 48 horas y luego poco a poco vayas volviendo a tu rutina. Pero las siguientes 48 horas sólo puedes incorporarte un poco para comer.
Lo peor de esas horas, hasta tener los resultados preliminares, es la espera y el tener tiempo libre para pensar y dar vueltas a la cabeza. Sin duda, esto es lo que hace que esas horas pasen tan despacio.
En los resultados preliminares te informan de las trisomías que comentaba anteriormente, en mi caso, descartándose las tres. Además te dicen el sexo del bebé, en mi caso XY, un niño. Estos resultados tienen una fiabilidad del 99.99%, igual que con la amniocentesis.
¿Qué ocurre cuando tienes una TN aumentada y no hay problemas cromosómicos? En este caso, hay que revisar con mayor atención el corazón, porque puede tener alguna cardiopatía. Por ello, con los resultados preliminares, fui a la consulta del doctor Jimenez en Montepríncipe Torrelodones (esta consulta sí la cubría el seguro) y allí me hizo una ecografía precoz del corazón. Estaba de 15 semanas y ya pudo ver que el corazón parecía totalmente normal. Lógicamente, cuanto más grande es el corazón mejor se ve, así que me comentó que, aunque todo parecía normal, era aconsejable realizar una ecocardiografía fetal en la semana 16 y esperar a la ecografía de la semana 20, donde se hace un estudio morfológico muy completo del bebé.
Me hicieron la ecocardiografía y vieron que todo estaba perfectamente, su corazón era normal. La ginecóloga que la realizó nos explicó que era posible que durante el embarazo surgiera alguna cardiopatía menor que sin ningún problema se corregía en el momento del nacimiento. Si hubiera habido alguna cardiopatía grave, se habría visto ese día.
Por tanto, sólo quería decir que el hecho de tener una TN aumentada no significa problemas. Cuando me lo dijeron, me dediqué a mirar en internet y encontré a muchas mujeres a las que les había pasado lo mismo y cuyos resultados, al igual que los míos, fueron positivos. Así que hay que intentar estar tranquilas y pensar que todo va a ir bien. ¡¡Animo!!