Bueno, pues ha llegado el momento de hacer el bizcocho. En mi caso, aunque había pensado hacerlo cuadrado, decidí en último momento dejarlo redondo (es como tengo los moldes) porque perdía mucho bizcocho y al final se quedaba la tarta muy pequeñita, y no sabría si me cabrían todos los muñecos.
Mi idea era hacer un bizcocho bicolor, que queda tipo cebra, como a rayas y así le daba un aspecto un poco más original. La receta del bizcocho es muy sencilla y es la que he hecho siempre, queda muy jugosa, muy rica y las medidas son muy fáciles de recordar. Poco a poco iré experimentando con otros tipos de pasteles.
En realidad, parece ser que, cuando se trabaja con bizcochos que van a ir con fondant y con peso, conviene que el bizcocho no sea esponjoso, porque puede no resistir bien el peso. En mi caso, no he tenido problemas haciéndolo jugoso, así que aquí os lo dejo.
· Ingredientes.
3 huevos.
1 yogur de limón (natural, macedonia, plátano).
Harina.
Azúcar.
Aceite de girasol.
Levadura.
· Preparación.
Lo primero es precalentar el horno a 180º con calor arriba y abajo.
A continuación, tenemos que vaciar el contenido del yogur en un bol. Las medidas que vamos a emplear son las del yogur, así que lo primero es dejarlo vacío y limpio.
Cascamos los tres huevos en un bol y agregamos dos medidas de yogur de azúcar.
Batimos bien los huevos con el azúcar durante un buen rato. Se trata de que los huevos aumenten de tamaño y cambien de color, a una tonalidad mucho más clara. Con esto, se consigue que el bizcocho sea más esponjoso, pues se le añade mucho aire mientras se baten los huevos.
A continuación, añadimos el yogur y lo mezclamos todo bien. Si el yogur no es de sabores, lo que podemos hacer es añadir el zumo de medio limón o la ralladura del mismo, para darle un poco de sabor. Lo siguiente es añadir la harina. En total, tenemos que añadir tres medidas del yogur. Vamos añadiendo una a una, mezclando bien antes de añadir la siguiente y tamizándola previamente (pasándola por un colador). Cuando echemos una de las medidas de harina, añadimos también un sobre de levadura.
Cuando esté todo mezclado, añadimos una medida de yogur de aceite de girasol y lo mezclamos todo bien.
Cuando esté todo mezclado, separamos la masa en dos y a una de ellas le añadimos un par de cucharadas de chocolate puro valor en polvo, previamente tamizado.
Se trata de tener la misma cantidad de masa en los dos boles, aunque tampoco nos debemos obsesionar mucho con eso, ya veréis por qué.
Preparamos el molde del bizcocho. Para ello, lo engrasamos bien con mantequilla y le añadimos harina, removiendo bien para que todo el molde esté enharinado y así no se nos pegue la masa en el horno.
Añadimos una cucharada de masa “blanca” y, sobre ella, una cucharada de masa de chocolate.
Poco a poco, vamos añadiendo una cucharada de masa “blanca” y otra de chocolate, hasta que acabemos con ambas. Cada cierto tiempo, vamos moviendo el molde para que la masa se distribuya por igual por todos los lados. Al final, este será el resultado, poco más o menos.
Como comentaba antes, no pasa nada si al final tenemos más cantidad de masa de un color que de otro, en mi caso, terminé con mucha más masa de chocolate y se quedó todo el centro de choco, pero bueno, no hay problema.
Metemos el bizcocho en el horno y lo dejamos como unos 45 minutos. Pasado este tiempo, comprobamos si está terminado, pinchando con un palito. Si sale seco, la tarta está hecha. Si sale húmedo, lo dejamos un poquito más. Es importante que, antes de estos 45 minutos, no abramos el horno, para evitar que se baje el bizcocho.
¡Otro paso terminado!
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