Esta entrada la voy a dividir en dos partes, porque al menos en mi caso, el sueño de mi hija empezó a cambiar en un momento dado, así que en esta primera parte hablaré de cómo era su sueño desde que nació hasta que cumplió seis meses.
Recuerdo que me decían que aprovechara antes de que naciera mi hija para dormir, porque después no iba a tener muchas ocasiones de hacerlo. Es cierto que los primeros días, semanas o incluso meses, el sueño del bebé es muy peculiar. En el caso de mi hija, los primeros días, incluso diría que las dos primeras semanas, dormía tanto de día como de noche la mayor parte del tiempo. Se despertaba cada dos o tres horas para comer, mamaba y normalmente se quedaba dormida mientras comía, así que la metía en el capazo ya dormida y esperaba a que se despertara para volver a comer.
El tiempo que pasaba despierta era bastante poco y muy tranquilo. Pasadas esas dos primeras semanas, empezó a permanecer más tiempo despierta, ya podíamos estar con ella haciendo más cositas, observándola y demás. Tampoco se le puede pedir mucho a un bebé que acaba de nacer, pero ella empezaba a estar más despierta durante el día. Por las noches, seguía con su mismo patrón de sueño, se despertaba cada dos o tres horas, comía y la volvía a dejar en el capazo dormida. Era un gusto, afortunadamente, no ha sido una niña a la que tuviera que dar paseos para dormir o que llorara durante la noche.
Poco a poco comenzó a pasar más tiempo despierta durante el día y más tiempo dormida durante la noche. Durante el día, con mes y medio dormía siestas de media hora exacta (ni 29 ni 31 minutos, justo media hora, parecía que tenía un despertador interno) cada tres horas aproximadamente. Durante la noche empezó a aguantar cuatro y cinco horas. Con mes y medio o dos meses, dormía ya prácticamente del tirón. Pero es cierto que nos costaba que se durmiera por la noche y rara vez conseguíamos que estuviera en la cama antes de las doce o doce y media de la noche. Esto fue así hasta que cumplió los seis meses, más o menos.
Podíamos considerarnos unos padres afortunados, pues nuestra hija desde bien pequeñita, dormía toda la noche, sin despertarse. Es cierto que durante el día dormía muy poco, pero bueno, al menos las noches las tenías para descansar y recuperarte.
Al cumplir los seis meses, dormía desde las doce o doce y media hasta las ocho y media fácilmente, sin despertarse. Durante el día dormía cada tres o cuatro horas una siestecita de media hora, esto es, a las doce y media o la una era su primera siesta; a las cuatro y media o las cinco la segunda y la última a las siete y media o por ahí, más o menos, no eran unos horarios muy definidos, la verdad.
Yo me incorporé a trabajar cuando ella tenía seis meses y medio y fue en esas fechas cuando comenzó a despertarse alguna que otra vez por la noche, pero de manera ocasional, quizá una vez un día, luego tenía dos o tres días que no se despertaba y el cuarto se despertaba dos veces. Esto fue el comienzo del cambio total en el sueño de mi hija, pero esto irá en una segunda parte.