He tenido el blog un poco abandonado este último mes, porque
hace 19 días fui de nuevo mamá. Mi niño vino al mundo el 11 de mayo y desde ese
día sólo he tenido tiempo para él y para su hermana. Pero no quería dejar pasar
la ocasión de hablar de un tema en el que llevo pensando un tiempo, en concreto
desde que me quedé embarazada de mi hijo: los tutores legales.
Por regla general nadie piensa que vaya a sucederle algo,
pero cuando se tienen niños menores, hay que intentar tener todo bien atado
para evitarles a ellos todos los problemas posibles si algo malo llega a ocurrirle
a los padres.
Hoy en día, si los menores no están desamparados ni dependen
de una persona mayor de edad con alguna deficiencia, en realidad los tutores
legales carecen de sentido. Éstos entran en juego cuando los dos progenitores
fallecen o bien se encuentran en una situación en la que no pueden tomar
decisiones coherentes. Sin embargo, el establecimiento de unos tutores legales
sólo puede hacerse mediante testamento o documento notarial. Esto es, tenemos
que acudir a un notario para gestionar este trámite.
En muchas ocasiones, existen malas relaciones con algunos
miembros de la familia y no queremos que ellos puedan tener algún tipo de poder
sobre nuestros hijos. Lo primero que me ha dicho la abogada con quién he
consultado este tema es que los familiares no pueden quedarse con los niños tan
alegremente si nosotros fallecemos, a no ser que vayan por vía judicial y
demuestren (porque hay que demostrarlo y eso no siempre es fácil) que ellos son
las personas indicadas para quedarse con nuestros hijos. Sin embargo, ¿por qué dejar esto al aire si
puede solucionarse de una manera fácil y rápida a través de un testamento?
Los tutores legales tienen el deber de proporcionar alimento
y una educación integral a nuestros hijos, así como protegerlos y velar por sus
intereses. Además, no pueden internarles en sanatorios o cualquier otra
institución ni vender sus bienes sin un permiso judicial. Por tanto, quedan
bastante protegidos. Sin embargo, las personas que nombremos tutores legales
pueden, llegado el momento, renunciar a esta tutela.
Hay que tener en cuenta que los tutores legales sólo sirven
cuando los dos padres fallecen, por tanto, si se está divorciada, no se puede
establecer ningún tutor. Si el progenitor que tiene la custodia fallece, ésta
pasa automáticamente al otro progenitor vivo. Nada se puede hacer en esos casos
aunque nos llevemos fatal con nuestra ex pareja y su familia.
La tutela legal finaliza cuando los tutelados adquieren la
mayoría de edad o fallecen.
Creo que hacer testamento y establecer unos tutores legales
cuando se tienen hijos menores de edad es algo que todos deberíamos hacer, pues
nunca se sabe y tener estas cosas establecidas seguramente facilite mucho todo.
Aún me queda saber cuánto cuesta aproximadamente el hacer testamento, pero
según me ha dicho la abogada, podrían ser unos 40 euros cada uno, 80 en total,
un importe que se puede asumir.
Nunca se sabe qué es lo que pasará en un futuro, aunque
ahora todas las relaciones parezcan buenas, pueden llegar a torcerse en un
momento dado. ¿Nos gustaría que lo que más queremos en el mundo, nuestros
hijos, puedan llegar a quedar en manos de gente que no es la más indicada?